Skip to content
Itinerarios
5 días a la sombra del volcán de la Montaña Amiata

Un itinerario entre colores, sabores y tradiciones de la antigua montaña toscana

Nadie piensa ya, como lo hacían los etruscos, que la gran montaña de inconfundible silueta que se eleva en el sur de Toscana, entre las provincias de Siena y Grosseto, es el hogar de Tinia, el Júpiter romano. Sin embargo, aún hoy, el volcán extinto sigue ejerciendo su influencia vital en cientos de kilómetros a su alrededor, como lo ha hecho durante miles de años. El Monte Amiata destaca por su característica silueta austera y misteriosa, y su presencia se puede percibir todavía por todas partes: en las aguas cálidas de los manantiales que fluyen del corazón de la tierra, en el olor acre de los soffioni (desprendimientos de vapor de agua) y las putizze (emisión de gases volcánicos) que todavía se sienten en el lado sur, en las grandes extensiones de hayas y castaños alrededor del gran cono de piedra y en los colores de las sinuosas praderas que lo rodean, en la tierra fértil que el trabajo del hombre ha sabido modelar y que trae a la mesa vinos, aceites, quesos y salsas.

Solo esto sería razón suficiente para iniciar un viaje a las laderas del monte Amiata. Pero eso no es todo. Junto a la historia del volcán, tan antigua como la del planeta, está la historia del hombre y de la civilización que a lo largo de los siglos ha nacido y prosperado, dejando aquí huella de su paso. Comerciantes y peregrinos en tránsito por la Vía Francígena, príncipes lombardos en busca de conquistas que, asombrados por la belleza de estos lugares, se enamoran de ellos y deciden convertirlos en su hogar; ladrones cuya memoria todavía despierta temor y respeto por el mero hecho de nombrarlos; tradiciones y leyendas mencionadas por Dante y Boccaccio que se convierten en lugares de la literatura medieval: es la historia que puedes tocar con tus propias manos, en los pueblos de piedra de Amiata, con sus torres, castillos, fortalezas, iglesias y abadías.

Este itinerario de 5 días no puede abarcar toda la riqueza natural e histórica de Amiata, pero si te revelará el alma del antiguo volcán y te permitirá descubrir la antigua civilización de los hombres que vivieron a la sombra de su silueta. Para llegar al punto de partida de cada excursión será necesario utilizar el coche.

1.
PRIMER DÍA
Baños Termales de San Filippo: los antiguos manantiales del volcán

Antiguos balnearios, castañares, pueblos medievales. Nuestra puerta de entrada al viaje de descubrimiento de Amiata es un pequeño y antiguo pueblo, Bagni San Filippo, que con su nombre, evoca uno de los preciosos regalos del antiguo volcán: sus aguas termales. El pueblo, asentado en las laderas de Amiata, tiene orígenes antiguos: fue balneario ya en época romana y se menciona en crónicas medievales del siglo XII. Ristoro d’Arezzo, a finales del siglo XIII, describió con asombro las formaciones de piedra caliza del Fosso Bianco, las rocas a las que las antiguas aguas del volcán han dado formas imaginativas que hoy toman nombres curiosos, como el "glaciar" o la "ballena blanca".

Con un itinerario circular de unas 3 horas podemos explorar el pueblo y estas hermosas aguas. Partimos del Fosso, cuya temperatura permite un baño restaurador incluso fuera de temporada. Aquí encontramos una sucesión de pozas y piscinas naturales de agua turquesa, rodeadas de rocas de piedra caliza blanca, entre las que destaca la conocida como la Ballena Blanca. Continúa hasta la Cueva de San Filippo, el lugar donde, según la tradición, San Filippo Benizi se refugió en la oración en 1269, lejos del Cónclave que en Viterbo tenía que elegir al sucesor de Clemente IV, cargo para el que Filippo no se consideraba digno. Continuando, el camino se adentra en el castañar hasta llegar al Palazzo di Pietrineri, desde donde es posible tomar un desvío hacia la antigua mina de mercurio y la zona de las "puzzolaie", con sus emisiones de agua caliente y vapores sulfurosos. De vuelta al Palacio se puede llegar, a través de un sendero en la cresta, al pueblo de Campiglia d'Orcia, otra pequeña y antigua joya medieval, con la iglesia San Biagio y las ruinas del Castillo de los Visconti y los Salimbeni, destruido por los sieneses en el 1234.

7,2 km
schedule
Duración: 
1 día
Muestra en el mapa
Muestra en el mapa

Antiguos balnearios, castañares, pueblos medievales. Nuestra puerta de entrada al viaje de descubrimiento de Amiata es un pequeño y antiguo pueblo, Bagni San Filippo, que con su nombre, evoca uno de los preciosos regalos del antiguo volcán: sus aguas termales. El pueblo, asentado en las laderas de Amiata, tiene orígenes antiguos: fue balneario ya en época romana y se menciona en crónicas medievales del siglo XII. Ristoro d’Arezzo, a finales del siglo XIII, describió con asombro las formaciones de piedra caliza del Fosso Bianco, las rocas a las que las antiguas aguas del volcán han dado formas imaginativas que hoy toman nombres curiosos, como el "glaciar" o la "ballena blanca".

Con un itinerario circular de unas 3 horas podemos explorar el pueblo y estas hermosas aguas. Partimos del Fosso, cuya temperatura permite un baño restaurador incluso fuera de temporada. Aquí encontramos una sucesión de pozas y piscinas naturales de agua turquesa, rodeadas de rocas de piedra caliza blanca, entre las que destaca la conocida como la Ballena Blanca. Continúa hasta la Cueva de San Filippo, el lugar donde, según la tradición, San Filippo Benizi se refugió en la oración en 1269, lejos del Cónclave que en Viterbo tenía que elegir al sucesor de Clemente IV, cargo para el que Filippo no se consideraba digno. Continuando, el camino se adentra en el castañar hasta llegar al Palazzo di Pietrineri, desde donde es posible tomar un desvío hacia la antigua mina de mercurio y la zona de las "puzzolaie", con sus emisiones de agua caliente y vapores sulfurosos. De vuelta al Palacio se puede llegar, a través de un sendero en la cresta, al pueblo de Campiglia d'Orcia, otra pequeña y antigua joya medieval, con la iglesia San Biagio y las ruinas del Castillo de los Visconti y los Salimbeni, destruido por los sieneses en el 1234.

  • straighten
    Lunghezza tappa
    7,2 km
  • schedule
    Duración
    1 día
Muestra en el mapa
Muestra en el mapa
2.
SEGUNDO DÍA
Por los caminos de bandidos y peregrinos: de Radicofani a Abbadia San Salvatore

¿Quién no ha oído hablar de Ghino di Tacco, el ladrón sienés, rebelde y caballero -sobre este último aspecto los historiadores tienen algunas dudas- cuyas incursiones eran temidas por todos aquellos - peregrinos y comerciantes - que pasaban por la Vía Francígena? El bandido sienés fue quizás el regente más famoso del segundo destino de nuestro viaje, el antiguo pueblo de Radicofani. Aquí, huyendo de la justicia sienesa, tomó posesión de la Rocca, que se convirtió en cuartel general suyo y de sus soldados, desde donde organizó nuevas incursiones. La Rocca sigue allí y merece una visita, al igual que el pueblo de abajo, con sus casas de piedra y sus balcones adornados con flores. Una vez que se ha visitado el pueblo y la Rocca, se puede seguir un itinerario a pie que conduce a Abbadia San Salvatore, que recorre en parte la antigua ruta de la Vía Francígena. Afortunadamente, hacer esta ruta no implica los mismos riesgos que en los tiempos de Ghino di Tacco, sino sólo tener buenas piernas. La ruta comienza en el km 25 de la carretera provincial Sarteano-Radicofani, nos adentramos en el camino blanco hacia Poggio l'Apparitoia. El itinerario también conserva, más allá del torrente Paglia, en la localidad de las Casette, los restos de antiguos edificios que se cree, fueron lugares de descanso para los peregrinos. El itinerario continúa bajo el viaducto de la Cassia a través de un pequeño vado, esta vez del arroyo Pagliola. En el horizonte, el pueblo de Abbadia San Salvatore, que se nos muestra como debería haberse aparecido a los peregrinos medievales.

9,8 km
schedule
Duración: 
1 día
Muestra en el mapa
Muestra en el mapa

¿Quién no ha oído hablar de Ghino di Tacco, el ladrón sienés, rebelde y caballero -sobre este último aspecto los historiadores tienen algunas dudas- cuyas incursiones eran temidas por todos aquellos - peregrinos y comerciantes - que pasaban por la Vía Francígena? El bandido sienés fue quizás el regente más famoso del segundo destino de nuestro viaje, el antiguo pueblo de Radicofani. Aquí, huyendo de la justicia sienesa, tomó posesión de la Rocca, que se convirtió en cuartel general suyo y de sus soldados, desde donde organizó nuevas incursiones. La Rocca sigue allí y merece una visita, al igual que el pueblo de abajo, con sus casas de piedra y sus balcones adornados con flores. Una vez que se ha visitado el pueblo y la Rocca, se puede seguir un itinerario a pie que conduce a Abbadia San Salvatore, que recorre en parte la antigua ruta de la Vía Francígena. Afortunadamente, hacer esta ruta no implica los mismos riesgos que en los tiempos de Ghino di Tacco, sino sólo tener buenas piernas. La ruta comienza en el km 25 de la carretera provincial Sarteano-Radicofani, nos adentramos en el camino blanco hacia Poggio l'Apparitoia. El itinerario también conserva, más allá del torrente Paglia, en la localidad de las Casette, los restos de antiguos edificios que se cree, fueron lugares de descanso para los peregrinos. El itinerario continúa bajo el viaducto de la Cassia a través de un pequeño vado, esta vez del arroyo Pagliola. En el horizonte, el pueblo de Abbadia San Salvatore, que se nos muestra como debería haberse aparecido a los peregrinos medievales.

  • straighten
    Lunghezza tappa
    9,8 km
  • schedule
    Duración
    1 día
Muestra en el mapa
Muestra en el mapa
3.
TERCER DÍA
En la cima del Monte Amiata

En Abbadia San Salvatore, importante y antiguo centro situado en una posición estratégica cerca de la Vía Francígena, aún se puede respirar la Edad Media a la sombra del antiguo volcán. La Abadía, alrededor de la cual creció el pueblo, fue fundada por el noble longobardo Erfone con la autorización del soberano Rachis en el año 742, también en vista de las buenas relaciones que se establecerían con la Iglesia, así como del control de un itinerario no sólo religioso sino fundamental para el comercio. Un paseo por el centro histórico del pueblo hace revivir el antiguo encanto de estos lugares, el eco de los monjes benedictinos que en su scriptorium copiaban los antiguos códigos que nos han transmitido. Fue aquí donde la copia manuscrita más antigua de la Vulgata, la versión latina de la Biblia de San Gerolamo, se conservó durante mil años. Además de un paseo por el centro histórico, no te pierdas una visita al Museo de la Minería que evoca la epopeya de las minas de cinabrio para la producción de mercurio, otro regalo del monte Amiata. Es hora de ir a hacer una visita al antiguo volcán: Abbadia es de hecho el punto de partida ideal para subir a la cima.

El itinerario circular tiene una duración aproximada de 5 horas, por lo que se puede hacer senderismo por la mañana y visitar el pueblo por la tarde. El camino pasa por el refugio de Cantore, al que se accede a través de un sugestivo bosque de hayas. Seguimos subiendo al Prato delle Macinaie por el camino de la empinada pista de esquí (señal blanca - roja), hasta llegar a la gran cruz monumental, a una altitud de 1728 metros. La verdadera cima del Amiata está situada un poco más alta, (a 1738 metros de altitud), entre enormes piedras se encuentra la estatua de la Madonnina de los Scouts, desde donde se puede admirar el panorama más bello del Val d'Orcia, hasta Siena, y luego, volviendose hacia un horizonte sin fronteras, abarcar con la mirada desde el lago de Bolsena hasta la silueta del Terminillo. Bajando por las pistas de esquí, se vuelve al refugio de Cantore y, caminando hacia atrás por el camino de ida, se regresa al refugio de Amiatino. En el camino de vuelta a Abbadia y antes de partir, reponed fuerzas con una rebanada de Ricciolina. Rellena de mazapán de naranja y rizos de hojaldre por encima: estos son los ingredientes, qué buena está, descúbrelo por ti mismo.

7,2 km
schedule
Duración: 
1 día
Muestra en el mapa
Muestra en el mapa

En Abbadia San Salvatore, importante y antiguo centro situado en una posición estratégica cerca de la Vía Francígena, aún se puede respirar la Edad Media a la sombra del antiguo volcán. La Abadía, alrededor de la cual creció el pueblo, fue fundada por el noble longobardo Erfone con la autorización del soberano Rachis en el año 742, también en vista de las buenas relaciones que se establecerían con la Iglesia, así como del control de un itinerario no sólo religioso sino fundamental para el comercio. Un paseo por el centro histórico del pueblo hace revivir el antiguo encanto de estos lugares, el eco de los monjes benedictinos que en su scriptorium copiaban los antiguos códigos que nos han transmitido. Fue aquí donde la copia manuscrita más antigua de la Vulgata, la versión latina de la Biblia de San Gerolamo, se conservó durante mil años. Además de un paseo por el centro histórico, no te pierdas una visita al Museo de la Minería que evoca la epopeya de las minas de cinabrio para la producción de mercurio, otro regalo del monte Amiata. Es hora de ir a hacer una visita al antiguo volcán: Abbadia es de hecho el punto de partida ideal para subir a la cima.

El itinerario circular tiene una duración aproximada de 5 horas, por lo que se puede hacer senderismo por la mañana y visitar el pueblo por la tarde. El camino pasa por el refugio de Cantore, al que se accede a través de un sugestivo bosque de hayas. Seguimos subiendo al Prato delle Macinaie por el camino de la empinada pista de esquí (señal blanca - roja), hasta llegar a la gran cruz monumental, a una altitud de 1728 metros. La verdadera cima del Amiata está situada un poco más alta, (a 1738 metros de altitud), entre enormes piedras se encuentra la estatua de la Madonnina de los Scouts, desde donde se puede admirar el panorama más bello del Val d'Orcia, hasta Siena, y luego, volviendose hacia un horizonte sin fronteras, abarcar con la mirada desde el lago de Bolsena hasta la silueta del Terminillo. Bajando por las pistas de esquí, se vuelve al refugio de Cantore y, caminando hacia atrás por el camino de ida, se regresa al refugio de Amiatino. En el camino de vuelta a Abbadia y antes de partir, reponed fuerzas con una rebanada de Ricciolina. Rellena de mazapán de naranja y rizos de hojaldre por encima: estos son los ingredientes, qué buena está, descúbrelo por ti mismo.

  • straighten
    Lunghezza tappa
    7,2 km
  • schedule
    Duración
    1 día
Muestra en el mapa
Muestra en el mapa
4.
CUARTO DÍA
De Piancastagnaio a Pigelleto: la civilización de los bosques

Después de salir de Abbadia, volvemos al sur. Piancastagnaio, el nombre del pueblo, indica ya lo que nos espera: un pequeño y antiguo pueblo en una meseta rodeada de bosques de castaños, un oasis de paz rico de edificios medievales: el Castillo de Aldobrandesco, que protegía el pueblo con sus antiguas murallas del peligro de las incursiones enemigas y la Iglesia San Francesco que nos adentra en el ambiente del siglo XIV. Más al sur nos espera, a los pies del Monte Civitella, otro antiguo pueblo: Castell'Azzara. También aquí los Aldobrandeschi extendieron su dominio, si queremos creer a la tradición relatada por Dante en el Purgatorio, por un golpe de suerte, ya que en el Purgatorio se dice que un miembro importante de la familia, Bonifacio, tuvo la audacia y la buena fortuna de ganar la ciudad a los dados. En el pueblo, la Iglesia de la Madonna del Rosario conserva importantes frescos y pinturas de los siglos XVI y XVII, mientras que en las afueras se encuentra la Villa Sforzesca de 1580. Desde la civilización de las piedras medievales nos dirigimos aún más al sur para sumergirnos en los olores y colores de la naturaleza de la  Reserva de Pigelleto. La Reserva se puede visitar a lo largo de un itinerario circular, marcado en rojo-blanco, que dura unas 3 horas. Alternando un camino de tierra y un sendero forestal, es posible adentrarse en la rica naturaleza, con interesantes carteles que ilustran la variada flora y fauna del parque, otro regalo más del antiguo volcán: hayas, castaños, arces y robles acompañan el viaje, espacios abiertos a la vista del Amiata y de los pueblos de Piancastagnaio y Radicofani.

5,1 km
schedule
Duración: 
1 día
Muestra en el mapa
Muestra en el mapa

Después de salir de Abbadia, volvemos al sur. Piancastagnaio, el nombre del pueblo, indica ya lo que nos espera: un pequeño y antiguo pueblo en una meseta rodeada de bosques de castaños, un oasis de paz rico de edificios medievales: el Castillo de Aldobrandesco, que protegía el pueblo con sus antiguas murallas del peligro de las incursiones enemigas y la Iglesia San Francesco que nos adentra en el ambiente del siglo XIV. Más al sur nos espera, a los pies del Monte Civitella, otro antiguo pueblo: Castell'Azzara. También aquí los Aldobrandeschi extendieron su dominio, si queremos creer a la tradición relatada por Dante en el Purgatorio, por un golpe de suerte, ya que en el Purgatorio se dice que un miembro importante de la familia, Bonifacio, tuvo la audacia y la buena fortuna de ganar la ciudad a los dados. En el pueblo, la Iglesia de la Madonna del Rosario conserva importantes frescos y pinturas de los siglos XVI y XVII, mientras que en las afueras se encuentra la Villa Sforzesca de 1580. Desde la civilización de las piedras medievales nos dirigimos aún más al sur para sumergirnos en los olores y colores de la naturaleza de la  Reserva de Pigelleto. La Reserva se puede visitar a lo largo de un itinerario circular, marcado en rojo-blanco, que dura unas 3 horas. Alternando un camino de tierra y un sendero forestal, es posible adentrarse en la rica naturaleza, con interesantes carteles que ilustran la variada flora y fauna del parque, otro regalo más del antiguo volcán: hayas, castaños, arces y robles acompañan el viaje, espacios abiertos a la vista del Amiata y de los pueblos de Piancastagnaio y Radicofani.

  • straighten
    Lunghezza tappa
    5,1 km
  • schedule
    Duración
    1 día
Muestra en el mapa
Muestra en el mapa
5.
QUINTO DÍA
Santa Fiora y Arcidosso: sabores, colores y tradiciones de Amiata

Con los aromas y los colores de la reserva del Pigelleto impresos en la memoria, volvemos al norte y nos encontramos con uno de los pueblos más bellos de Amiata. Santa Fiora, bandera naranja y miembro del club de Los pueblos más bellos de Italia, está situado en las laderas del antiguo volcán, y nos da la bienvenida desde lejos con la vista de sus tejados rojos, apoyados unos con otros y que nos esconden un laberinto de calles antiguas. El pueblo es ideal para pasear sin prisas, empezando por la plaza, en el casco antiguo, delimitada por las murallas medievales, con la Torre del Reloj y el Palazzo Sforza, siguiendo luego por la Via Carolina, con sus típicas casas medievales de tres puertas, la Via del Fondaccio con la Parroquia Santa Fiora y Lucilla que alberga las terracotas del siglo XV del taller de Andrea Della Robbia. Más adelante se encuentra el Terziere del Borgo, con la antigua Via Lunga y la iglesia San Michele Arcangelo, que formaba parte del antiguo complejo monástico agustiniano. Más allá de San Michele aparece otro pequeño paraíso de tranquilidad: la Peschiera Santa Fiora, una cuenca de agua situada entre los edificios medievales y el bosque, que recoge las aguas del Fiora y que fue utilizada por los Aldobrandeschi como criadero de truchas.

Se hace difícil salir de Santa Fiora, pero Amiata ofrece otras aldeas para visita del viajero. Así que, no antes de que hayas probado el Aquacotta (una sopa típica de Santa Fiora a base de achicoria silvestre), nos dirigimos hacia el norte hasta que veamos la silueta inconfundible de la torre del castillo aldobrandesco de Arcidosso, que domina desde lo alto para proteger al pueblo y que advertía a los enemigos -muchos entre los siglos XIII y XVI- que los que traían malas intenciones no llevarían una vida fácil.

El pueblo nos acoge con sus antiguos Terzieri: el Terziere del Castillo, con el Teatro de los Unanimi de 1741, el teatro más antiguo de Grosseto, y la Iglesia San Niccolò, la más antigua del pueblo que data del siglo XII, con un crucifijo de madera del siglo XVI; el Terziere de Codaccio, con la casa de Lazaretti, fundador del movimiento religioso del Giurisdavidismo y la Iglesia San Leonardo; y, por último, el Terziere de Sant'Andrea con la Porta Talassese, donde todavía se puede ver el antiguo blasón de armas de la República de Siena. La Iglesia de la Madonna Incoronada fue construida en 1348 como acción de gracias por el fin de la epidemia de peste.

Arcidosso es también el reino de la Castaña IGP del Monte Amiata, que todos los años se festeja en octubre con eventos, conciertos y ferias, así como con visitas guiadas a los castañares y con ríos de cerveza artesanal, otra especialidad local. Así como la sopa de Arcidosso, un auténtico concentrado de productos autóctonos, con pan duro, cebollas frescas, tomates, ricota, espinacas y aceite de oliva virgen extra, para degustar sobre tostadas con cebolletas frescas.

Con los aromas y los colores de la reserva del Pigelleto impresos en la memoria, volvemos al norte y nos encontramos con uno de los pueblos más bellos de Amiata. Santa Fiora, bandera naranja y miembro del club de Los pueblos más bellos de Italia, está situado en las laderas del antiguo volcán, y nos da la bienvenida desde lejos con la vista de sus tejados rojos, apoyados unos con otros y que nos esconden un laberinto de calles antiguas. El pueblo es ideal para pasear sin prisas, empezando por la plaza, en el casco antiguo, delimitada por las murallas medievales, con la Torre del Reloj y el Palazzo Sforza, siguiendo luego por la Via Carolina, con sus típicas casas medievales de tres puertas, la Via del Fondaccio con la Parroquia Santa Fiora y Lucilla que alberga las terracotas del siglo XV del taller de Andrea Della Robbia. Más adelante se encuentra el Terziere del Borgo, con la antigua Via Lunga y la iglesia San Michele Arcangelo, que formaba parte del antiguo complejo monástico agustiniano. Más allá de San Michele aparece otro pequeño paraíso de tranquilidad: la Peschiera Santa Fiora, una cuenca de agua situada entre los edificios medievales y el bosque, que recoge las aguas del Fiora y que fue utilizada por los Aldobrandeschi como criadero de truchas.

Se hace difícil salir de Santa Fiora, pero Amiata ofrece otras aldeas para visita del viajero. Así que, no antes de que hayas probado el Aquacotta (una sopa típica de Santa Fiora a base de achicoria silvestre), nos dirigimos hacia el norte hasta que veamos la silueta inconfundible de la torre del castillo aldobrandesco de Arcidosso, que domina desde lo alto para proteger al pueblo y que advertía a los enemigos -muchos entre los siglos XIII y XVI- que los que traían malas intenciones no llevarían una vida fácil.

El pueblo nos acoge con sus antiguos Terzieri: el Terziere del Castillo, con el Teatro de los Unanimi de 1741, el teatro más antiguo de Grosseto, y la Iglesia San Niccolò, la más antigua del pueblo que data del siglo XII, con un crucifijo de madera del siglo XVI; el Terziere de Codaccio, con la casa de Lazaretti, fundador del movimiento religioso del Giurisdavidismo y la Iglesia San Leonardo; y, por último, el Terziere de Sant'Andrea con la Porta Talassese, donde todavía se puede ver el antiguo blasón de armas de la República de Siena. La Iglesia de la Madonna Incoronada fue construida en 1348 como acción de gracias por el fin de la epidemia de peste.

Arcidosso es también el reino de la Castaña IGP del Monte Amiata, que todos los años se festeja en octubre con eventos, conciertos y ferias, así como con visitas guiadas a los castañares y con ríos de cerveza artesanal, otra especialidad local. Así como la sopa de Arcidosso, un auténtico concentrado de productos autóctonos, con pan duro, cebollas frescas, tomates, ricota, espinacas y aceite de oliva virgen extra, para degustar sobre tostadas con cebolletas frescas.

Explora

Descubre lo que te puede interesar en los alrededores de este itinerario