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La costa de la Isla de Elba
Photo © Anna Frisk
Photo © Anna Frisk

Isla de Elba

La más importante del Archipiélago Toscano, una joya rodeada de un mar cristalino

Elba es la isla más grande de Toscana: el territorio se extiende a lo largo de 147 kilómetros de costa y ofrece a los visitantes una gran variedad de paisajes diferentes: desde playas doradas hasta playas "negras", cuya tonalidad se debe a la presencia de hierro; desde itinerarios de montaña hasta pueblos con vistas al mar. Elba es también un destino ideal para los amantes del deporte y la vida al aire libre: basta con emprender un viaje para descubrir sus tesoros y su belleza.

Breve historia de la Isla de Elba

No existe civilización del Mediterráneo que no haya dejado huellas de su paso en la Isla de Elba. Naturaleza, arte y cultura milenaria en un microcosmos de 224 kilómetros cuadrados, crean una atmósfera única, evocan paisajes extraordinarios resultado de encuentros entre pueblos diferentes. Según las narraciones mitológicas es en Porto Argon, actual Capo Bianco, donde Giasone se detuvo durante su búsqueda aventurera del Vello d’oro y, como Virgilio revela en Eneide, trescientos jóvenes de esta isla zarparon del mismo puerto para ayudar a "Pío Enea" en la dura lucha contra los Rutuli.

Para los Etruscos, Elba era una fuente inagotable de riqueza: ya en el Siglo VIII a.C. utilizaban las minas y exportaban hierro a toda la cuenca del Mediterráneo, obteniendo de esta forma enormes riquezas. Así surgieron los hornos que noche y día fundían los minerales creando destellos que, como dice Aristóteles, dieron origen al nombre Aetalia (chispa), atribuida a Elba por los navegantes griegos. De los cinco siglos de dominación etrusca, se conservan varias necrópolis, algunos restos de hornos de fundición y numerosos "pueblos de montaña", enclavados en entornos fascinantes.

Desde el declive del poder etrusco, los Romanos heredaron la industria siderúrgica, pero también valorizaron los yacimientos de granito y descubrieron los lodos curativos de Terme San Giovanni, la belleza del paisaje y los excelentes vinos. Plinio el Viejo la llamaba "la Isla del Buen Vino". Por eso inició un intenso tráfico de barcos cargados de ánforas: muchas de ellas se conservan en los Museos Arqueológicos de Portoferraio y Marciana y, junto con sorprendentes hallazgos devueltos del mar, cuentan la historia de la navegación antigua. En los golfos más sugestivos surgieron las grandiosas villas patricias de Linguella, de Grotte y de Capo Castello que hoy, como entonces, son lugares de regocijo.

En la Edad Media fue la República Marítima de Pisa quien explotaba las minas de hierro y el granito de la Isla de Elba: la mayoría de las columnas que embellecen la Plaza de los Milagros fueron modelados por los talentosos canteros de San Piero. Se conservan numerosos testimonios de la época de Pisa: las refinadas iglesias románicas y la torre de San Giovanni in Campo, construida sobre una enorme roca de granito, pero sobre todo, la poderosa Fortaleza Marciana y la mansión de Volterraio, centinela de los montes y los mares.

En el 1548 le tocó el turno a los Medici: Cosimo I realizó la ciudad fortificada de Portoferraio, una verdadera joya del urbanismo militar. Era tan perfecta la armonía entre el mar, la tierra y las obras arquitectónicas que la nueva ciudad se llamó Cosmopoli "cuna de la civilización y la cultura, ejemplo de equilibrio y racionalidad".

Inmediatamente después los españoles se instalaron en Porto Azzurro y construyeron el imponente Fuerte San Giacomo, donde ahora hay una cárcel, pero también varias capillas, además del encantador Santuario de Monserrato, sobre una montaña oscura de "dolomita". En Siglo XVIII, la Isla de Elba fue disputada por austriacos, alemanes, ingleses y franceses, con frenéticas negociaciones diplomáticas y feroces batallas, hasta que fue asignada en "plena propiedad y soberanía" a Napoleón Bonaparte que, en diez meses de gobierno, dejó huellas significativas: construyó carreteras, reorganizó la economía minera, aumentó la producción y la exportación del vino. En una antigua iglesia desconsagrada, creó un bonito teatro que, devuelto a su antigua gloria mediante una inteligente restauración, hoy es sede de importantes eventos culturales. A su regreso a Francia, durante los fatídicos cien días, Napoleón dejó dos residencias, que hoy en día se han convertido en Museos Nacionales y son visitados por miles de personas cada año.

No existe civilización del Mediterráneo que no haya dejado huellas de su paso en la Isla de Elba. Naturaleza, arte y cultura milenaria en un microcosmos de 224 kilómetros cuadrados, crean una atmósfera única, evocan paisajes extraordinarios resultado de encuentros entre pueblos diferentes. Según las narraciones mitológicas es en Porto Argon, actual Capo Bianco, donde Giasone se detuvo durante su búsqueda aventurera del Vello d’oro y, como Virgilio revela en Eneide, trescientos jóvenes de esta isla zarparon del mismo puerto para ayudar a "Pío Enea" en la dura lucha contra los Rutuli.

Para los Etruscos, Elba era una fuente inagotable de riqueza: ya en el Siglo VIII a.C. utilizaban las minas y exportaban hierro a toda la cuenca del Mediterráneo, obteniendo de esta forma enormes riquezas. Así surgieron los hornos que noche y día fundían los minerales creando destellos que, como dice Aristóteles, dieron origen al nombre Aetalia (chispa), atribuida a Elba por los navegantes griegos. De los cinco siglos de dominación etrusca, se conservan varias necrópolis, algunos restos de hornos de fundición y numerosos "pueblos de montaña", enclavados en entornos fascinantes.

Desde el declive del poder etrusco, los Romanos heredaron la industria siderúrgica, pero también valorizaron los yacimientos de granito y descubrieron los lodos curativos de Terme San Giovanni, la belleza del paisaje y los excelentes vinos. Plinio el Viejo la llamaba "la Isla del Buen Vino". Por eso inició un intenso tráfico de barcos cargados de ánforas: muchas de ellas se conservan en los Museos Arqueológicos de Portoferraio y Marciana y, junto con sorprendentes hallazgos devueltos del mar, cuentan la historia de la navegación antigua. En los golfos más sugestivos surgieron las grandiosas villas patricias de Linguella, de Grotte y de Capo Castello que hoy, como entonces, son lugares de regocijo.

En la Edad Media fue la República Marítima de Pisa quien explotaba las minas de hierro y el granito de la Isla de Elba: la mayoría de las columnas que embellecen la Plaza de los Milagros fueron modelados por los talentosos canteros de San Piero. Se conservan numerosos testimonios de la época de Pisa: las refinadas iglesias románicas y la torre de San Giovanni in Campo, construida sobre una enorme roca de granito, pero sobre todo, la poderosa Fortaleza Marciana y la mansión de Volterraio, centinela de los montes y los mares.

En el 1548 le tocó el turno a los Medici: Cosimo I realizó la ciudad fortificada de Portoferraio, una verdadera joya del urbanismo militar. Era tan perfecta la armonía entre el mar, la tierra y las obras arquitectónicas que la nueva ciudad se llamó Cosmopoli "cuna de la civilización y la cultura, ejemplo de equilibrio y racionalidad".

Inmediatamente después los españoles se instalaron en Porto Azzurro y construyeron el imponente Fuerte San Giacomo, donde ahora hay una cárcel, pero también varias capillas, además del encantador Santuario de Monserrato, sobre una montaña oscura de "dolomita". En Siglo XVIII, la Isla de Elba fue disputada por austriacos, alemanes, ingleses y franceses, con frenéticas negociaciones diplomáticas y feroces batallas, hasta que fue asignada en "plena propiedad y soberanía" a Napoleón Bonaparte que, en diez meses de gobierno, dejó huellas significativas: construyó carreteras, reorganizó la economía minera, aumentó la producción y la exportación del vino. En una antigua iglesia desconsagrada, creó un bonito teatro que, devuelto a su antigua gloria mediante una inteligente restauración, hoy es sede de importantes eventos culturales. A su regreso a Francia, durante los fatídicos cien días, Napoleón dejó dos residencias, que hoy en día se han convertido en Museos Nacionales y son visitados por miles de personas cada año.

Cómo llegar y qué puedes ver en la Isla de Elba

A la isla de Elba se llega en una hora de navegación desde el puerto de Piombino. Desde aquí, las conexiones marítimas llegan hasta Portoferraio, Rio Marina y Cavo. También se puede llegar a la isla en avión, aterrizando en el aeropuerto situado en la localidad La Pila, en el Municipio de Campo nell'Elba.

Para descubrir la verdadera esencia de Elba, basta con pasear por las calles de sus pueblos. Además de visitar Portoferraio, el pueblo más grande de la isla por población, merece la pena detenerse en Marciana, el lugar más antiguo de Elba, que aún conserva su estructura medieval.

Por su parte, Porto Azzurro es un bonito pueblo pesquero conocido también por el Santuario de la Virgen de Monserrato, construido en el 1606 por el gobernador español Pons y Léon, dedicado al culto de la Virgen Negra, venerada en España en el santuario de Montserrat.

Si quieres admirar el panorama desde el pico más alto de la Isla de Elba y sacar una foto de recuerdo, usando el teleférico llega hasta Marciana, en Pozzatello: te encontrarás en la naturaleza del Monte Capanne, un destino ideal para quienes hacen senderismo.

En la costa este, las canteras mineras del territorio de Río Marina son muy interesantes. De hecho, aquí se encuentra el Parque Minero de la Isla de Elba, que organiza visitas guiadas en tren o en jeep en busca de muestras de pirita y hematita para conservar.

A la isla de Elba se llega en una hora de navegación desde el puerto de Piombino. Desde aquí, las conexiones marítimas llegan hasta Portoferraio, Rio Marina y Cavo. También se puede llegar a la isla en avión, aterrizando en el aeropuerto situado en la localidad La Pila, en el Municipio de Campo nell'Elba.

Para descubrir la verdadera esencia de Elba, basta con pasear por las calles de sus pueblos. Además de visitar Portoferraio, el pueblo más grande de la isla por población, merece la pena detenerse en Marciana, el lugar más antiguo de Elba, que aún conserva su estructura medieval.

Por su parte, Porto Azzurro es un bonito pueblo pesquero conocido también por el Santuario de la Virgen de Monserrato, construido en el 1606 por el gobernador español Pons y Léon, dedicado al culto de la Virgen Negra, venerada en España en el santuario de Montserrat.

Si quieres admirar el panorama desde el pico más alto de la Isla de Elba y sacar una foto de recuerdo, usando el teleférico llega hasta Marciana, en Pozzatello: te encontrarás en la naturaleza del Monte Capanne, un destino ideal para quienes hacen senderismo.

En la costa este, las canteras mineras del territorio de Río Marina son muy interesantes. De hecho, aquí se encuentra el Parque Minero de la Isla de Elba, que organiza visitas guiadas en tren o en jeep en busca de muestras de pirita y hematita para conservar.

Las playas de la Isla de Elba

La Isla de Elba está llena de playas maravillosas y muy diferentes entre sí. Los amantes de la arena suave pueden elegir la playa de Fetovaia, en el Municipio de Campo del Elba: perfecta para los que tienen niños y buscan un lido equipado.

La playa de Marciana Marina, situada en el paseo marítimo de la ciudad, nunca está demasiado concurrida y está cerca de los jardines públicos (útiles para resguardarse en las horas más calurosas del día) y de los principales servicios.
La larga playa de arena de Cavoli, larga y de arena con sus aguas poco profundas, es también apta para las familias, mientras que los que prefieren las playas de gravilla pueden descubrir aquella de Sansone.

Por último, Marina di Campo ofrece divertidas oportunidades para el tiempo libre: hay un centro de buceo, una escuela de vela y windsurf y se organizan excursiones en kayak.

La Isla de Elba está llena de playas maravillosas y muy diferentes entre sí. Los amantes de la arena suave pueden elegir la playa de Fetovaia, en el Municipio de Campo del Elba: perfecta para los que tienen niños y buscan un lido equipado.

La playa de Marciana Marina, situada en el paseo marítimo de la ciudad, nunca está demasiado concurrida y está cerca de los jardines públicos (útiles para resguardarse en las horas más calurosas del día) y de los principales servicios.
La larga playa de arena de Cavoli, larga y de arena con sus aguas poco profundas, es también apta para las familias, mientras que los que prefieren las playas de gravilla pueden descubrir aquella de Sansone.

Por último, Marina di Campo ofrece divertidas oportunidades para el tiempo libre: hay un centro de buceo, una escuela de vela y windsurf y se organizan excursiones en kayak.

Deporte y naturaleza

La Isla de Elba, con sus colinas y sus impresionantes colores, es el lugar perfecto para hacer excursiones en bicicleta de montaña o en bicicleta. Muchos de los senderos, caracterizados por sus pinares, granjas y hermosas vistas, también se pueden recorrer a pie. Haciendo senderismo a lo largo de estos caminos, podrás disfrutar de cada lugar, detenerte ante las increíbles maravillas de la naturaleza y contemplar el espectáculo paisajístico que la isla ofrece a sus visitantes.
Las costas de Elba son también un paraíso para los amantes del buceo: quienes lo practican, entre las rocas, las playas y las calas, podrán avistar peces, langostas y pecios olvidados.

La Isla de Elba, con sus colinas y sus impresionantes colores, es el lugar perfecto para hacer excursiones en bicicleta de montaña o en bicicleta. Muchos de los senderos, caracterizados por sus pinares, granjas y hermosas vistas, también se pueden recorrer a pie. Haciendo senderismo a lo largo de estos caminos, podrás disfrutar de cada lugar, detenerte ante las increíbles maravillas de la naturaleza y contemplar el espectáculo paisajístico que la isla ofrece a sus visitantes.
Las costas de Elba son también un paraíso para los amantes del buceo: quienes lo practican, entre las rocas, las playas y las calas, podrán avistar peces, langostas y pecios olvidados.

Eventos

Durante el Walking Festival se pueden admirar las mil caras de la Isla de Elba: en primavera y otoño, los visitantes pueden participar en visitas guiadas y eventos de excursionismo para descubrir los tesoros del territorio, incluyendo la observación de aves y los paseos por la historia.

El histórico Palio Remiero Elbano es una tradición que se mantiene desde hace siglos: los equipos de Elba se desafían con sus remos durante los domingos de junio y julio.

En Capoliveri se celebra, en octubre, la Fiesta de la Uva: un evento muy querido por los lugareños que rinde homenaje a la vendimia y a los auténticos sabores de la Isla de Elba.

Durante el Walking Festival se pueden admirar las mil caras de la Isla de Elba: en primavera y otoño, los visitantes pueden participar en visitas guiadas y eventos de excursionismo para descubrir los tesoros del territorio, incluyendo la observación de aves y los paseos por la historia.

El histórico Palio Remiero Elbano es una tradición que se mantiene desde hace siglos: los equipos de Elba se desafían con sus remos durante los domingos de junio y julio.

En Capoliveri se celebra, en octubre, la Fiesta de la Uva: un evento muy querido por los lugareños que rinde homenaje a la vendimia y a los auténticos sabores de la Isla de Elba.

Platos y productos típicos

La Isla de Elba cuenta con una gran tradición gastronómica gracias a su agricultura de calidad y a sus excelentes productos, como el aceite, la miel y el vino. Aquí se elaboran vinos como el Ansonica seco, perfecto para degustar con postres y mariscos, o el Rosso Riserva DOC, pensado para la caza. Pero el rey indiscutible de la producción de vino es el Aleatico Passito DOCG, que debe probarse con la schiaccia briaca, una receta típica de Elba, elaborada con pasas sultanas y piñones.

Si te gusta el pescado, debes probar la sburrita, una sopa de bacalao y hierbas; tampoco te pierdas el gurguglione, una especie de "guiso" de verduras, pimientos y berenjenas.

La Isla de Elba cuenta con una gran tradición gastronómica gracias a su agricultura de calidad y a sus excelentes productos, como el aceite, la miel y el vino. Aquí se elaboran vinos como el Ansonica seco, perfecto para degustar con postres y mariscos, o el Rosso Riserva DOC, pensado para la caza. Pero el rey indiscutible de la producción de vino es el Aleatico Passito DOCG, que debe probarse con la schiaccia briaca, una receta típica de Elba, elaborada con pasas sultanas y piñones.

Si te gusta el pescado, debes probar la sburrita, una sopa de bacalao y hierbas; tampoco te pierdas el gurguglione, una especie de "guiso" de verduras, pimientos y berenjenas.

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